¿Quieres macarrones?









Ahora no vale con soltar lo típico de '¿estudias o trabajas?' o recurrir a frases de canciones de trap. Tan solo tenemos siete segundos para impresionar a la otra persona, que es el tiempo que tardamos en decidir si alguien nos pone o no. Por eso, no tenemos más remedio que estrujarnos los sesos para ligar forma original y conseguir que nos estrujen otras cosas.
Hace unos meses surgió el "¿ontas?" que es una expresión mexicana que resulta de la contracción "¿dónde estás?". Si alguien te mandaba un DM con esta pregunta, tan solo tenías que responder 'te pago el Uber' y ahí tenías tu polvo para esa noche. La expresión se viralizó gracias a famosos como Rosalía, Selena Gómez o C. Tangana que, incluso, le dedicó una canción al concepto.


Ahora hay una nueva tendencia para ligar online. Consiste en decir: "¿Quieres macarrones?" a quien te gusta. La frase sale de Élite, la serie adolescente de Netflix que es la nueva Física o Química y que cuenta con la misma cantidad de cocaína, aunque con menos gomina y piercings. La pregunta surge de una escena protagonizada por Samuel, un adolescente de clase más humilde que consigue entrar en el colegio pijo, y Carla a.k.a. "la marquesita" mientras mantienen una conversación sobre su relación amorosa. ¿El desenlace de la escena? Ella quiso macarrones. Y tanto que los quiso.
Por eso y porque ya se me están agotando las formas originales de ligar de forma virtual, decidí probar suerte proponiendo tomar macarrones a la gente de Tinder. Reabrí mi cuenta, que instalo y desinstalo cada viernes cuando me entra el bajón por pasar el finde sola, y me puse a ello.


Al principio, algunos se quedaron descolocados ante una pregunta tan random, más que nada porque ni siquiera les saludaba con un 'hola'. Iba a saco con los macarrones. Al final, consiguieron pillar rápidamente cuáles eran mis intenciones. Nunca subestimes a un tío de Tinder. Ni siquiera al que se pone unos centímetros de más en su altura.


La verdad es que no se me ocurre ningún símil entre los macarrones y algún órgano sexual o zona erógena, pero este chico lo consiguió. Hasta ahora, había oído hablar de la gente a la que le pone mezclar el sexo con la comida. Con eso no me refiero a pillar nata y echártela por el cuerpo, sino a ponerte todo tipo de alimentos para excitarte que es lo que se conoce como sploshing. (NOTA: Jamás utilices sirope de chocolate. Es muy espeso, por lo menos el de marca blanca que compré, y a no ser que te enchufen con una manguera del lavadero de coches, no te lo quitas de encima).
No sé si a este le iba el rollo de meter comida durante el sexo, pero sin duda me sorprendió su dominio de la retórica. Me enamoró con su metáfora de la salsa de los macarrones.


A partir de ahora ya no podré comer macarrones con salsa carbonara sin pensar en él y vomitar después. Este otro match también prometía mucho con el tema de la salsa, pero he de reconocer que me impresionó su forma de reconducir la conversación. Innovó y fue más allá porque incluyó la repostería en el plan.

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Luego hice match con ParejaAlegre, un perfil de una pareja que buscaba un trío. No me he inventado su nombre, era el usuario real que escogieron y que me encantó. Parece ser que los macarrones son aptos para todo tipo de amor.


Además de encontrarte a parejas alegres, a tu ex, a tu jefe o a tíos que solo dejan volar la imaginación con su cara porque es lo único que se tapan con píxeles, también te topas con los usuarios por excelencia de Tinder: los Erasmus o la gente que solo está durante unas horas en la ciudad y que quiere 'exprimirla' al máximo. Después de buscar en el traductor de Google cómo se decían 'macarrones', continué la conversación con mi nuevo crush extranjero.

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No sé si es que el traductor de Google me jugó una mala pasada y que por eso no me entendió, pero después del 'no, thanks' la conversación se quedó estancada. La bajona por este fracaso se me pasó enseguida al recibir una notificación de que tenía un nuevo match de uno de esos chicos que son expertos en pasta y en marcar paquete con bañadores minúsculos. Me refiero a los italianos. Me sorprendió un poco porque para ser uno de los europeos que más ligan, le costó entender cuáles eran mis verdaderas intenciones.


Los macarrones también pueden llevar a conversaciones más intensas y sin faltas de ortografía —y hasta con signos de interrogación al principio y al final de la frase—. Esas que jamás te habrías imaginado que podrías llegar a tener en Tinder.

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En general, todo fueron respuestas positivas. Lo consulté con mis amigos y me dijeron que el alto grado de aceptación se debía a que era “una tía en Tinder”, así como concepto, por lo que siempre iba a encontrarme con todo a favor. Sin embargo, también obtuve algunos rechazos. Unos fueron muy directos como este.


Y otros no fueron tan claros como este que, a pesar de rechazar los macarrones, se mostró abierto a otras posibles quedadas gastronómicas.


Esta ha sido mi experiencia intentando ligar en Tinder con una frase viral de la serie Élite. En general, yo diría que he conseguido que la mayoría aceptase mi propuesta, a pesar de que les dijera que eran recalentados y que ya hacía un día que los había cocinado. No necesité más de dos frases para conseguir mi objetivo. Y, lo mejor de todo, ni siquiera tuve que pasar por el “protocolo tinderiano” de tener que contarles cuáles eran mis hobbies, mi película favorita o a qué me dedicaba.
He de confesar que no esperaba tener tanto éxito. Los estudios siempre dicen que los millenials follamos poco porque preferimos hacer otras cosas como comer. Una investigación de la agencia Havas de 2017 explicaba que el 54% de los encuestados encontraban más placer en comer que en tener relaciones sexuales y, que si les daban a elegir entre una cosa u otra, un 35% se quedaba con la comida. En mi caso, no sé si fue porque soy “una tía en Tinder”, porque la gente está desesperada por echar un polvo o por el boom de los realities de cocina. Sea cual sea la razón, ligué gracias a los macarrones. Y no sé si es porque llevaba mucho tiempo sin tener conversaciones subidas de tono, pero me puso bastante el hecho de estar chateando con extraños de Tinder utilizando el doble significado de comer pasta.
Me sentía como si estuviera escribiendo el principio de un guion de una peli porno malísima, una de esas que podrían encontrarse poniendo en la barra de búsqueda: “bdsm with macaroni-dick in Masterchef kitchen”. A partir de ahora no podré evitar ponerme cachonda cada vez que cocine macarrones.

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